PAZ ANTE ENEMIGOS QUE NO CAMBIAN - Primeros pensamientos del día


“Hijos de los hombres,
¿hasta cuando volveréis mi honra en infamia,
amaréis la vanidad,
y buscaréis la mentira?"
(Salmo 4:2)

En este salmo 4, al igual que en el Salmo 3, encontramos a David siendo perseguido y difamado por sus enemigos.
El verso 2 refleja que estas personas:
  1- no sólo cometen errores, sino que viven en el error: “¿hasta cuando… amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira?”.
  2- no confunden la verdad sobre ti con mentiras. Ellos buscan voluntariamente encontrar mentiras contra ti: “buscaréis la mentira”.

Se trata de una forma de vida. Pasan los años y siguen en la misma situación. El Salmo 55:19 los describe con precisión: “no cambian”.
Es normal que pienses que al pasar el tiempo recapaciten, pero si Dios no los detiene, pasarán los años y ellos seguirán con el mismo rencor, envidia y amargura como el primer día.
El apóstol Pablo sufrió a uno de estos enemigos que no cambian, y llegó al punto del clamor angustioso delante de Dios. Pasaba el tiempo y este “aguijón en la carne” no cesaba (2 Corintios 12:7,8).
Pero Dios cambia su perspectiva: aquel enemigo era un medio útil para mantenerlo humilde y dependiente de EL (2 Corintios 12:9,10). Nuestros enemigos piensan que nos hacen daño y por eso persisten, mientras en realidad nos hacen grandes favores.

¿Recuerdas a José?
Es vendido como esclavo por sus hermanos. El sufre desarraigo, maltrato y cárcel. Pero al pasar los años, al volver a encontrarse con sus hermanos, les dice: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien” (Génesis 50:20). “No me enviasteis acá vosotros, sino Dios” (Génesis 45:8).

Algunas de las más grandes lecciones las he aprendido bajo el odio de mis enemigos (Salmo 119:69-71).
Se cuenta que Lutero agradecía a sus enemigos porque sus ataques lo impulsaban hacia la obra de Cristo.
Y Charles Simeon (1759-1836) escribió: “Si yo sufro con el espíritu apropiado, mis enemigos, aunque no quieran, me tendrán que hacer el bien” (“Charles Simeon of Cambridge”. Pag. 39).

Ten paz, no depende de los que te aborrecen, tus sufrimientos no durarán ni un segundo menos ni un segundo más de lo que Dios ha determinado conforme a todo aquello que “ayuda para tu bien” (Romanos 8:28).
Ten plena certeza, ¡tu vida depende sólo de Dios! ¡Y las aflicciones son una gran escuela para enseñarte esto!




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