Una advertencia a los predicadores de la religión de la autoestima



Para entender mejor esta sexta parte de "La religión de la autoestima es falsa" te recomiendo que leas primero las anteriores:
- 1- La religión de la autoestima es falsa
- 2- ¿Cómo podemos verificar si la religión de la autoestima es falsa?
- 3- El mandato contra la religión de la autoestima
- 4- Porqué evitar la religión de la autoestima
- 5- Pruebas irrefutables de porqué la religión de la autoestima es falsa

En el anterior artículo de esta serie vimos como Pablo hace un marcado contraste entre la "diferente doctrina" (1 Timoteo 1:3) y la "sana doctrina" (1 Timoteo 1:10).

Podemos decir que la religión de la autoestima y la "palabra fiel y digna de ser recibida por todos", como la llama en 1 Timoteo 1:15, son mensajes absolutamente opuestos, contrarios, enemigos, que se contradicen entre sí por completo.
O predicamos uno o predicamos otro. El predicar a veces uno y a veces otro, es ni más ni menos que caer en una ineludible contradicción.

Por esto, como ya vimos en la 3ª parte de esta serie de artículos, existe un "MANDATO" muy claro de "no enseñar diferente doctrina" (1 Timoteo 1:3).
Y Pablo, luego de desarrollar todo lo que estuvimos estudiando, vuelve a enfatizar que se trata de un "mandato" y no una opción.
El escribe:
"Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia" (1 Timoteo 1:18).

Soldados
En este versículo también vemos que para "militar... la buena milicia" debemos obedecer el mandato de "no enseñar diferente doctrina" (1 Timoteo 1:3).
Somos soldados bajo ordenes del Rey, dentro de una batalla que debe ser peleada como el Rey lo ha ordenado. NO siguiendo nuestro propio parecer.
Así todo predicador DEBE hablar el mensaje que Dios ha ordenado.
No se trata del mensaje que atraiga a la gente o nos transforme en el ídolo evangélico del momento.

No es el mensaje que la gente nos pide
Como estudiamos en la 2ª parte de esta serie de artículos, nuestra FE fue entregada por Jesús mismo a los apóstoles "que según (fueron) aprobados por Dios para que se (les) confiase el evangelio, así (hablaron)" (1 Tesalonicenses 2:4), y luego estos la entregaron a aquellos que creyeron fieles y aptos para entregársela a otros.
Así Pablo le escribe a Timoteo:
"Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros" (2 Timoteo 2:2).
Y por esto Judas habla de que nuestra fe es "la fe que ha sido una vez dada a los santos" (Judas 3).

Tenemos solo dos opciones:
a) Buscamos qué nos gusta predicar y qué quiere oír la gente
b) O estudiamos las Escrituras y, en vez de hacerle decir lo que nosotros queremos decir, simplemente enseñamos lo que allí dice.

Bajo la primera opción lo que se puede lograr es, como escribió Os Guiness, que "los bancos de la Iglesia estén llenos y los sermones vacíos" (Brian Bird - "Biblical Exposition" en "Christianity Today" del 18 de Abril de 1986 en página 34).

Bajo la segunda opción el predicador está seguro que no está predicando SU mensaje, sino que está hablando de parte de Dios.
Como escribió John MacArthur, él es "un mensajero, no el creador (del mensaje)... es el servidor de comida espiritual, no el cocinero" ("La Predicación" Pag. 43).

Al asegurarnos de que estamos exponiendo la enseñanza que Jesús mismo le confió una vez a los apóstoles, nos presentamos ante el pueblo de Dios como el mensajero que trae un mensaje directamente del REY.
Por esto Pablo escribió:
"Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo" (2 Corintios 2:17).

En la anterior parte de esta serie de artículos vimos que "medran falsificando" significa que ya en el primer siglo muchos ADULTERABAN la Palabra de Dios. Pero Pablo dice que ellos NO. "Sino que con sinceridad, COMO DE PARTE DE DIOS, hablamos".

Dejando que Dios hable a través de la Biblia
Al estudiar las Escrituras, y exponer el sentido, propósito, intención y enseñanza que el autor tuvo al escribirlas, podemos estar seguros, no solo que estamos exponiendo la doctrina apostólica, sino que "como de parte de Dios, hablamos", ya que 2 Timoteo 3:16 afirma que "toda la Escritura es inspirada por Dios".

Esto es lo que debía hacer Timoteo en la predicación de la Iglesia.
Pablo le escribe:
"Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza" (1 Timoteo 4:13).
Allí está lo que debemos hacer: "lectura, exhortación y enseñanza".
Leemos el pasaje bíblico, lo explicamos y luego lo aplicamos a la vida del oyente.

Lo contrario
Un ejemplo contrario a esto fueron "Himeneo y Alejandro" expuestos en 1 Timoteo 1:19, 20, los cuales Pablo dice que "naufragaron en cuanto a la fe" (1 Timoteo 1:19) y tuvieron que ser expulsados de la Iglesia por sus enseñanzas que Pablo consideró blasfemas (1 Timoteo 1:20).

¡Qué enorme diferencia con muchas iglesias de hoy en las que un día alguien predica sobre autoestima, a la semana siguiente otro enseña sobre reconocer que nada podemos hacer sin la ayuda de Dios, y al próximo domingo alguien más contradice a los dos anteriores!

El apóstol Pablo consideraba que, en temas fundamentales, existía una sola fe. ¡El resto era "diferente doctrina" y quienes insistían en predicarla debían ser expulsados "después de una y otra amonestación" (Tito 3:10)!

Pablo concluye su tema
En los siguientes capítulos de 1ª de Timoteo (del 2 al 5) Pablo le da mandatos a Timoteo de cómo la Iglesia debe conducirse en diferentes aspectos:
"Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios" (1 Timoteo 3:14,15).

Pero luego en el capítulo final Pablo hace su conclusión de su mandato de "no enseñar diferente doctrina".
Escribe:
"Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad,
está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas,
disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales" (1 Timoteo 6:3-5).

3 características
La primera característica que encontramos en la persona que "enseña otra cosa" es:
- "está envanecido"
Jesús dijo que "el que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca" (Juan 7:18).
Es nuestro envanecimiento lo que nos lleva a estar más concentrados en buscar mensajes que nos den gloria delante de los hombres, que en predicar lo que glorifica al Único que es Digno.
Es nuestro orgullo que nos hace imaginar que podemos usar aun la Iglesia misma para sentirnos importantes.

La segunda característica es:
- "nada sabe"
Ya vimos en el primer capítulo de esta epístola que personas así predican con mucha seguridad pero en realidad "sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman" (1 Timoteo 1:7).
Ellos "profesando ser sabios (predicadores de mensajes que supuestamente todos necesitan conocer), se hicieron necios" (Romanos 1:22).

La tercera característica es:
- "y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras"
La palabra griega "noséo" (traducida como "delira") "significa estar enfermo" ("Compendio del Diccionario Teológico del NT". Pag. 641).
Cuando desechamos el mensaje que Dios quiere que enseñemos, comenzamos a delirar como una persona enferma con fiebre.
Esta es la razón por la que muchos dicen "Dios me dijo", "yo sentí", "vi una visión", etc, etc...
No se trata más que de alucinaciones movidas por la fiebre del orgullo, la ignorancia y el error en nuestro corazones (el mayor fabricante de engaños como vemos en Jeremías 17:9).
Dios te puede hablar, pero NUNCA algo contrario a la doctrina bíblica.

De gente así:
el consejo de Pablo es: "APÁRTATE DE LOS TALES" (1 Timoteo 6:5).
Porque estos "toman la piedad como fuente de ganancia" (1 Timoteo 6:5) y gracias al "amor al dinero" (1 Timoteo 6:10) terminan enseñando cualquier cosa para su beneficio.
Así, no solo "se extravían de la fe" sino que son "traspasados de muchos dolores" (1 Timoteo 6:10).

Predicadores, Pablo nos dice: "Más tú, oh hombre de Dios, HUYE de estas cosas" (1 Timoteo 6:11).
Y dos versículos después agrega:
"que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo" (1 Timoteo 6:14).

¿Qué mandamiento?
Principalmente el mismo que ya vimos varias veces: "que no enseñen diferente doctrina" (1 Timoteo 1:3).
En otras palabras: "Que cuando vuelva nuestro Señor Jesucristo te encuentre habiendo sido fiel a 'las sanas palabras de nuestro Señor' (1 Timoteo 6:3). Sin ninguna enseñanza extraña que EL pueda ver como una mácula (mancha)".

En su segunda carta Pablo le recordó a Timoteo este tema tan importante:
"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad" (2 Timoteo 2:15,16).

Si no estás seguro de que estás obedeciendo esto, frena todo y asegúrate.
1 Timoteo 4:16 dice: "ten cuidado de ti mismo y de la doctrina".
Santiago escribió al respecto:
"Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación" (Santiago 3:1).

Luis Rodas


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