LA COMUNIÓN INTIMA CON DIOS Y NUESTROS CORAZONES. Primeros pensamientos del día.


"Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?
El que... habla verdad en su corazón"
(Salmo 15:1,2)

David pregunta:
“Dios, ¿Quién permanecerá en comunión intima contigo?
¿Qué debo hacer para permanecer en comunión intima contigo?”
Dios responde:
“el que... habla verdad en su corazón”.
Esta es una frase que significa que su interior va de acuerdo con su exterior.
Juan Calvino lo explica muy bien como “un acuerdo y armonía entre el corazón y la lengua” (“Commentary on Psalms 1”. Pag. 174).

Un buen ejemplo de esto es cuando el salmista dice en el Salmo 84:2:
“Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo”.
Había un acuerdo entre lo que hacía externamente (su carne) con lo que había en su corazón (sus intenciones, pensamientos, deseos, sentimientos).

Si queremos caminar en comunión intima con Dios lo que sucede en el corazón ES CLAVE. De lo contrario, voy a practicar lo que la Biblia llama “doblez de corazón” (Salmo 12:2; 1 Crónicas 12:33).
Dios va a comunicarse a cara descubierta con mi corazón y va a ver quién realmente soy, pienso, siento y quiero: "Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Proverbios 23:7).

Muchas oraciones privadas son vacías y secas porque no toman en cuenta lo decisivo que es el corazón en el caminar con Dios.
Mucha gente dice: “es que empiezo a pedir algo y luego no se qué decir”.
Lo primero es inspeccionar lo que realmente me preocupa, pienso, siento, ¿cuales son mis deseos?.
“Derramad delante de El vuestro corazón” (Salmo 62:8)
Me acerco a Dios con lo que hay en mi corazón. A eso se refiere Dios cuando dice:
“me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13)
Como alguien dijo: “toma tiempo ser santo”.
Toma tiempo para mirar tu corazón y exponerlo delante de Dios.
Si sólo voy corriendo de aquí a allá, y digo: “Dios ya sabe mis necesidades y como soy”. O si no me obligo cada día a cierto horario a hacer esto y lo dejo como algo libre, pasan semanas o meses, y he despreciado la cantidad de pasajes que me enseñan que esto es una necesidad insustituible del cristiano.

Cuando verdaderamente se une tu corazón con lo que estás diciendo en oración, ahí Dios toma en serio esa oración. Por eso David dice en el Salmo 20:4: Dios "te dé conforme al deseo de tu corazón". La oración genuina es la que sale del corazón hacia la boca.

La gran promesa es que así, trabajando en nuestros corazones diariamente, podemos caminar, gracias a Cristo y el poder del Espíritu Santo, íntimamente con Dios.
“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?
El que... habla verdad en su corazón” (Salmo 15:1,2).

Así, podemos experimentar el Salmo 119:2:
“Bienaventurados los que guardan sus testimonios,
Y con todo el corazón le buscan”.
George Whitefield escribió:
"El más sabio de los hombres nos ha dicho que 'los caminos de la sabiduría son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz’ (Proverbios 3:17). Y recuerdo al piadoso señor Henry, cuando estaba a punto de expirar, le dijo a un amigo: `Haz oído las últimas palabras de muchos hombres, y éstas son las mías: Una vida dedicada a la comunión con Dios, es la vida más placentera que alguien puede tener en este mundo'.
Puedo confirmar que esto es cierto. He disfrutado más sólidos placeres en un momento de comunión con mi Dios, de lo que podría haber disfrutado en los caminos del pecado, si hubiera continuado en ellos por miles de años” (“Walking with God”).




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