Comunión y auto examen



Con respecto al cuidado que hay que tener con la Cena del Señor
"Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado" Exodo 13:3.

“Por 7 días no se hallará levadura en vuestras casas” (Exodo 12:19).
Esta prohibición bíblica promueve en el hogar judío grandes transformaciones y complicadas tareas. Todo rastro de Jametz. O sea alimento a base de cereales fermentados, debe desaparecer de la casa antes de la víspera de Pésaj y permanecer ausente durante los ocho días de su duración... En esa noche, el dueño de casa, lámpara en mano, recorre en compañía de otro miembro de la familia todos los rincones de la vivienda, depósitos, graneros, etc., examinándolos cuidadosamente y limpiándolos de todo alimento fermentado” (leer aquí).
1 Corintios 5:6-8 refleja perfectamente esto.

Sin extraños
Exodo 12:43-48.
Sólo cristianos pueden tomar la Cena del Señor.
1 Corintios 11:27-34
11:27: “será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor” (NVI).
La “Confesión de Fe de Westminster” llama a esto cometer “un grande pecado contra Cristo” (XXIX. 8).
Charles Hodge: “Si la cena del Señor es en su misma naturaleza una proclamación de la muerte de Cristo, se desprende que los que asisten a ella como si fuera una comida ordinaria, o de manera irreverente, o con cualquier otro propósito que el que movió a instituirla, son culpables del cuerpo y de la sangre del Señor. Es decir, contraen culpabilidad respecto al cuerpo y la sangre de Cristo. El hombre que pisotea la bandera de su país, insulta a su patria; y el que trata indignamente al representante de un soberano, ofende con ello al propio soberano. Del mismo modo, el que trata los símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo irreverentemente, es culpado de irreverencia para con Cristo” (“Comentario de 1 Corintios”. Pag. 212).
Esto es lo mismo si yo tiro mi anillo de casado.

11:28: “Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa” (NVI).
Didajé: “para que el sacrificio sea puro, dad gracias después de haber confesado vuestros pecados. El que de entre vosotros estuviere enemistado con su amigo, que se aleje de la asamblea hasta que se haya reconciliado con él, a fin de no profanar vuestro sacrificio” (Segunda parte. XIV).
Y esto lo encontramos en las palabras de Jesús: Mateo 5:21-26 (no puntualmente sobre la Cena del Señor).
11:29: John MacArthur: “Si los creyentes no disciernen como es debido la santidad de la celebración de la comunión, tratan con indiferencia al Señor mismo en su vida, su sufrimiento y su muerte” (“Biblia de Estudio MacArthur”. Pag. 1596).

La intimidad de la comida
Lo peligroso y lo hermoso a la vez de la Cena del Señor es la intimidad con él (1 Corintios 10:15-21).

“comunión”, “partícipes”
En la Cena del Señor nos unimos al sacrificio de Cristo. Tenemos comunión con Cristo mismo y su sacrificio.
La “Confesión de Fe de Westminster” explica algo muy interesante: “En cada sacramento hay una relación espiritual o unión sacramental, entre el signo y la cosa significada” (XXVII. 2).
Al tomar la Santa Cena estoy participando del cuerpo y sangre de  Cristo. No literalmente, siguen siendo pan y vino, pero sí en la unión sacramental.
Esta Cena no tiene poder para perdonar pecados. Pero sí podemos decir que es un símbolo santo del sacrificio del Señor.

Calvino explica esto: “Así como el apóstol enseña que la roca de la que brotó la bebida espiritual para los israelitas era Cristo (1 Corintios 10:4), en cuanto que era una señal... igualmente en el día de hoy se llama al pan cuerpo de Cristo” (“Institución de la religión cristiana”. Pag. 1089).

Lo mismo sucede cuando Exodo 3:2 dice que Dios apareció a Moisés en la zarza. Dios no era la zarza, era solo un símbolo, pero el lugar se transforma en algo tan santo que el Señor le hace quitar a Moisés su calzado diciendo: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (Exodo 3:5).

Por lo que, menospreciar la Cena del Señor tomándola sin el temor de Dios necesario, es menospreciar la sangre de Cristo mismo.
Y esto es peligroso: Hebreos 10:26-31

Perdimos el temor de Dios
El problema es que hemos perdido tanto el temor de Dios en nombre de allanarle el camino a los perdidos, que nos fuimos de un extremo al otro.
De la superstición católica, a menospreciar la santidad de Dios y la santidad y reverencia que Dios requiere de su pueblo.
Algunos se han inventado su propio cristianismo, sobrevalorando lo que a ellos les parece y menospreciando lo que la Palabra enseña.
Y cuando los quieres confrontar te dice: “Eso es legalismo. Antiguo Testamento”.
Como si Dios hubiera cambiado y los que estaban bajo el AT le debían respeto y reverencia al Señor, pero nosotros podemos ser más irreverentes.
Pero miremos el NT: Hebreos 12:28,29.


Luis Rodas



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