DONDE SE GESTAN LAS GRANDES VICTORIAS. Primeros pensamientos del día.


"Le has concedido el deseo de su corazón,
y no le negaste la petición de sus labios"
(Salmo 21:2)

Como ya hablamos en el anterior devocional, en este salmo "la congregación activamente participa en las preparaciones reales para la guerra. Un enemigo los ha atacado" ("Expositor's Bible Commentary. Psalms". Vol. 5). El pueblo le habla a su rey antes de salir al combate y se refiere a grandes victorias pasadas. David y su pueblo habían experimentado las hazañas de Dios en cada batalla. Y en este segundo verso el pueblo describe dónde se gestaron primero esas victorias:
"Le has concedido el deseo de su corazón,
y no le negaste la petición de sus labios".
Primero gestadas en "el deseo del corazón" de David y luego manifestadas en una "petición de sus labios".

Los 4 versos siguientes desarrollan ejemplos de las oraciones respondidas a David, hasta que el verso 7 refleja porqué David oraba a Dios en sus batallas:
"Por cuanto el rey confía en Jehová,
y en la misericordia del Altísimo, no será conmovido".
En todo esto vemos el proceso completo: 
1- en el corazón hay un deseo, anhelo: 
"Le has concedido el deseo de su corazón" (21:2).
2- mientras otros confían en sí mismos o en alguna otra fuerza humana y/o terrenal, esta persona cree que su única posibilidad de que ese deseo, anhelo, se concrete, es Dios:
"Estos confían en carros, y aquellos en caballos;
mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria" (Salmo 20:7).
3- por tanto acude a EL:
"no le negaste la petición de sus labios" (20:2).

Si el corazón camina este sendero, los labios le seguirán.
Si el corazón tiene un anhelo y cree que su única esperanza es la "misericordia del Altísimo" (21:2), la oración brotará de los labios casi sin pensarlo mucho.
Sin esto la "oración" no es oración. 
- Si oramos por compromiso, obligación o ritualismo, pero no tenemos genuinos anhelos en el corazón de que eso suceda, esa oración no es tenida en cuenta. La oración es un "derramar delante de Dios nuestro corazón" (Salmo 62:8). 

- Si tenemos anhelos en nuestro corazón pero no confiamos que Dios vaya a responder nuestro clamor, sepamos que no recibiremos nada (Santiago 1:6,7).
A veces he orado y al encontrar la respuesta, he pensado: "bueno, no voy a ser tan soberbio de pensar que esto sucedió por MI oración".
Y aunque esto parece a simple vista humildad, esconde un triste orgullo y ababullante incredulidad. 
- no sucedió por un logro de mi gran oración. Sucedió por un logro de un gran Dios que determinó obrar por las pequeñas peticiones en el corazón expresadas en palabras por sus hijos
- si no esperamos que suceda lo que pedimos, ¿para qué lo pedimos?

Necesitamos examinar nuestro corazón: ¿qué anhelos hay en él?
Y luego cuestionarnos: ¿genuinamente sólo confío que Dios puede hacer esto, o solamente oraría para sumarle buena suerte a lo que creo que yo mismo puedo hacer, o que creo que de todos modos sucederá?





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