Huyendo de la obra de teatro hacia Dios



Para entender mejor esta segunda parte de "Algunos consejos prácticos para nuestros tiempos de adoración" te recomiendo que leas primero la anterior:
- 1- Algunos consejos prácticos para nuestros tiempos de adoración

En todas las series de artículos que estuvimos haciendo en este blog siempre incluimos el mismo comienzo que recién leyeron: "Para entender mejor esta 'X' parte te recomiendo que leas primero la anterior...".
Es muy útil hacerlo.
Pero en este caso, si no lo haces, creo que vas a estar tentando, o al menos muchos de ustedes, a escribirme diciendo:"Luis, ¿acaso no te diste cuenta que en este pasaje NO dice 'y cuando ADORES', sino 'y cuando ORES'.?". Y luego con letras mayúsculas en señal de ataque de ira ("celo profético"): "NO HABLA DE ADORACIÓN!!!".... jajaja...

Bueno, si esa tentación te ataca irresistiblemente te pido que leas el anterior artículo... Ahí lo explico...
Y también es interesante agregar que William Hendriksen aclara que en este pasaje Jesús se refiere "a la oración en general, incluyendo la acción de gracias, la alabanza, la adoración, la confesión de pecados, la petición personal, la intercesión por las necesidades de los demás, etc" ("El evangelio según San Mateo". Pag. 336).

Comencemos
Luego de este breve momento de defensa propia... ja... vamos a lanzarnos al primer versículo del pasaje en cuestión (Mateo 6:5-15).

"Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa"
(Mateo 6:5)

Lo primero que nos dice Jesús en este pasaje es que no hagamos un show.
La palabra "hipócritas" en griego es "jupocrités", la cual el Diccionario Strong la explica como "actor bajo un carácter asumido (actor en escenario)" (G5273).
Aquí el Señor no está prohibiendo que los actores de profesión que sean cristianos oren.
Más bien nos dice que si oramos no actuemos como los actores que están dando un espectáculo "para ser vistos de los hombres".
Y refiriéndose a ciertas personas específicamente los llama "hipócritas" que "aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles".

No es que estuviera mal "orar en pie". En la Biblia la gente ora postrada (Número 16:22; Josué 5:14; Daniel 8:17; Mateo 26:39; Apocalipsis 11:16), de rodillas (2 Crónicas 6:13; Daniel 6:10; Lucas 22:41; Hechos 7:60; 9:40; 20:36; 21:5),sentada (2 Samuel 7:18), y de pie (1 Samuel 1:26; Marcos 11:25; Lucas 18:11,13).

Lo que sucedía es que los judíos tenían 3 tiempos de oración específicos: a la mañana, al mediodía y a la tarde.
David menciona estos 3 tiempos en el Salmo 55:17 ("Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz"). Daniel los guardaba también (Daniel 6:10). Y en Hechos 3:1 vemos que los discípulos en Jerusalén al menos iban a algunos de estos tiempos que se celebraban en el templo.

a) En estos tiempos de oración estaban los que amaban "el orar el pie en las sinagogas".
En medio de toda la gente comenzaban su show de oración en voz alta y clara, con las palabras justas y medidas, comenzaban con una perfecta "Berajot" ("bendición") en expresión, ritmo y tiempos verbales, luego un recuento histórico inmejorable de las obras de Dios por Israel, alguna petición santa de que Israel guarde la Torá, algún ruego por bendición, y finalmente una última "Berajot" tan irrefutablemente memorizada como la primera.

Y TODO para lograr esa terrible droga llamada "reconocimiento" y su compañera inseparable "amor propio".

b) Jesús agregó que estos hombres también amaban "el orar en pie... en las esquinas de las calles".
Lo que pasaba es que cuando a un fariseo lo encontraba la hora de la oración lejos del templo o una sinagoga, se iba a "las esquinas de las calles", que era el lugar "donde las multitudes se detenían para tratar asuntos o hablar" (A.T. Robertson - "Comentario al texto griego del NT". Pag. 29).
Así el fariseo comenzaba a orar delante de todos para que vieran cuan piadoso era.

El problema
El problema no es la oración de pie.
El problema no es el orar en público (los primeros cristianos lo hacían - Hechos 3:1; 4:24-31; 1 Corintios 14:2-19).
El problema no es el orar en la calle.
EL PROBLEMA ES EL HACERLO CON EL PROPÓSITO DE "SER VISTOS DE LOS HOMBRES".

Si lo hacemos con la misma intención, Jesús dijo: "os digo que ya tienen su recompensa".
"Los papiros han probado que el verbo 'apéjo' ("recompensa"), que emplea Mateo, era usado generalmente en los recibos de la época" ("Comentario Bíblico Beacon". Pag. 82).
Esto quiere decir que cuando alguien busca y recibe en lo que hace la buena opinión de los hombres, virtualmente ha firmado el recibo "pagado totalmente".
Ya no hay otra recompensa. Buscaba la buena opinión de otros, la recibió, Jesús dice: "Ya está. Conseguiste lo que querías, no esperes ningún tipo de respuesta o recompensa de MÍ PARTE".

Aplicando
Mirándolo desde el punto de vista de nuestro tiempo de adoración en la congregación, creo que podemos aprender mucho.
La llamada "plataforma" de la Iglesia es un lugar muy tentador para nuestro ego.
Siempre me acuerdo cuando recién comenzaba en la Iglesia y vi como saludaban a uno de los músicos que dirigía la alabanza. Se acercaban a él como: "Yo le conozco. miren... me saludó a MÍ"... jaja...
En ese mismo momento recibí el llamado a la "plataforma".... jajaja....

Hasta que en SU oportuna misericordia, el Señor, a los pocos días me reprendió fuertemente y me guió a hacer una lista con las motivaciones que me llevaban a anhelar ser un músico de la Iglesia.
Ayyyy.... todo eso apestaba... y lo peor.... ESTABA EN MI CORAZÓN...

En un tiempo llegué a pensar que la solución a este dilema de la "plataforma" es no tener "plataformas" en las congregaciones y predicar y cantar al ras del suelo.
Hasta que descubrí que ese "aman orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles" se cumple con "plataforma"o sin "plataforma". Y que se puede encontrar hermanos con un hermoso carácter quebrantado y humilde que en los domingos suben a una "plataforma". De la misma manera que uno puede sufrir el tremendo y destructivo ego y altivez de algunos que hasta se creen más humildes porque no usan "plataforma" o porque dicen no querer subir nunca a ella.

La tentación de la "plataforma" simplemente se alinea con el deseo de nuestra carne de que los demás nos valoren.
Es como ese escrito de George Verwer que habla del "deseo de ser estimado, el deseo de ser ensalzado, el deseo de ser honrado, el deseo de ser alabado, el deseo de ser preferido a otros, el deseo de ser consultado" (“Sed de realidad”. Pag. 24).

Es esa autoestima que pide ansiosamente ser alimentada y que logra su alimento al ser aquel que dirige la reunión, el que toca un instrumento mientras los demás lo escuchan, aquel a quien se le pide un consejo, el que pastorea, o lo que sea que a uno lo distingue del resto y le permite ganar una buena opinión de los demás.

El que dice que no ha luchado con esto, no solo es un orgulloso sino un mentiroso.
Alguna vez Jonathan Edwards, el pastor y misionero del siglo 18, describió al orgullo como “el más oculto, secreto y engañoso de todos los deseos” y agregó: “¡qué pobre gusano tan necio soy, tonto, ciego, engañado, cuando el orgullo actúa!” (“Asesoramiento a los jóvenes convertidos”).

El grandísimo problema es que todo esto nos lleva a concentrarnos más en nosotros mismos que en Dios.
Que cuando el que canta dice: "Cuan grande es él", su corazón se regocija porque piensa "Cuan grande soy. Qué oración tan espiritual acabo de hacer. Ja... La Iglesia está encendida... Yo creo que ya estoy para grabar mi disco".
Que el guitarrista que hace su solo en el medio de la canción "No hay nadie como tú" piensa al terminar su parte: "No hay nadie como yo. Juanito, el otro guitarrista, se debe estar muriendo de envidia. No es mi culpa que yo toque mejor".
Que las hermanas que cantan en el coro se peleen por el micrófono y una de ellas mire con odio al sonidista porque está segura que le sube más el micrófono a la de al lado que a ella.

Por el otro lado
Ya se que alguien que forme parte de una Iglesia pequeña y muy tradicional, puede pensar: "ehmmm... Eso les pasa a todas esas Iglesias carnales que usan instrumentos. Nosotros adoramos sin instrumentos de manera muy sencilla".
Lo mismo puede pasar si a raíz del reciente auge de la reforma del siglo 16 y demás, en tu Iglesia canten himnos mientras el pastor que ahora viste una capa oscura sostiene el himnario en sus manos.
Así creyéndose la epítome de la santidad y la humildad, se cae bajo el peligro de terminar como aquel fariseo que grafica a la perfección las palabras de Jesús en el versículo que estamos viendo en este artículo: Un "fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres" (Lucas 18:11).

¿Te imaginas?
Estar en medio de la congregación, supuestamente alabando a Dios, cantando con caras de gran piedad, pero en realidad "orando con nosotros mismos" (como el fariseo) y Dios, quien conoce lo más íntimo del corazón, vea algo así:"Glorioso... Qué maravillosos somos... Nuestras virtudes nos han traído a ser la maravillosa congregación, santa, pura, sabia, libre de emocionalismos y con la doctrina 100% perfecta, que somos".
Salmo 44:21 dice: "El conoce los secretos del corazón".

Cómo
Necesitamos una sinceridad absoluta, humillación, arrepentimiento, y una relación íntima real con aquel que luego adoraremos en público.
Esta es la única forma de mantener doblegadas todas estas actitudes y pensamientos terribles que pueden transformar un tiempo hermoso de adoración a Dios en una obra de teatro.


Luis Rodas


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