La línea divisoria



“De cierto, de cierto te digo, el que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).

En estas palabras de Jesús hacia Nicodemo encontramos algo vital en la fe cristiana: el nuevo nacimiento.
En la salvación Dios produce un milagro. Un nuevo nacimiento (Colosenses 2:13; Efesios 2:5,6).
Pero no estamos hablando simplemente de una especie de nueva sensibilidad espiritual hacia Dios, sino de una nueva creación dentro nuestro.
Lo que nace en nuestro interior es una nueva criatura o creación (2 Corintios 5:17; Efesios 2:10; Gálatas 6:15).

El cristiano es la creación de Dios.
Se trata de la misma naturaleza de Dios dentro nuestro. 2 Pedro 1:4 dice que somos “participantes de la naturaleza divina”.
El Espíritu Santo viene a habitar dentro nuestro (Romanos 8:9; Gálatas 4:6).
Es Dios "haciendo en nosotros lo que es agradable delante de EL" (Hebreos 13:20,21).

¡Cuan dignas de atención son estas palabras de Arthur Pink al respecto!:
“El nuevo nacimiento es la línea divisoria entre el Cielo y el Infierno.
A los ojos de Dios hay solo dos clases de personas en esta tierra: los que están muertos en pecados, y los que están caminando en nueva vida.

En el reino físico no existe tal cosa como estar entre la vida y la muerte. Un hombre está muerto o vivo. Los signos vitales pueden ser débiles, pero mientras exista, la vida está presente. Deje que los signos vitales desaparezcan en una persona por completo, y aunque es posible que el cuerpo esté vestido con una ropa hermosa, sin embargo, no es más que un cadáver.

De la misma manera es en el reino espiritual. Somos santos o pecadores perdidos, espiritualmente vivos o espiritualmente muertos, hijos de Dios o hijos del Diablo.

En vista de esto, existe una pregunta trascendental: ¿Has nacido de nuevo?
Si no, y te mueres en este momento, desearas nunca haber nacido” ("Regeneration").


Luis Rodas


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