Vigila la diferencia



“No hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:16).

Este acto de celo santo de Jesús no debe ser para nosotros una excusa para:
1- la rebelión
2- rienda suelta a la amargura y resentimiento

Judas, en su epístola, luego de exponer con la máxima claridad el error de ciertas personas y exhortar a que se les confronte, nos manda a guardar algo que jamás se nos debe olvidar:
"conservaos en el amor de Dios" (Judas 21).

El Diccionario Vine explica la palabra "conservaos" ("teréo" en griego) como "vigilar sobre, preservar, guardar, custodiar".
Esto nos habla de que debemos conscientemente vigilar nuestras vidas cada día, como alguien que custodia una ciudad, para asegurarnos que no se está filtrando el resentimiento, la ira, el rencor y la amargura.

El mandato es "conservaos en el amor de Dios".
Un gran peligro en la tarea de exponer las falsas doctrinas, advertir sobre falsos maestros y denunciar el error, es permitir que nuestro corazón se endurezca o amargue.

Amar es amonestar
Está claro que muchas veces amar es amonestar.
Proverbios 27:6 dice: "Fieles son las heridas del que ama".
Hay personas que dicen que nos aman pero cuando necesitamos una reprensión a tiempo prefieren no arriesgarse y no decirnos nada.
Si amas a alguien, y sabes que va por mal camino, debes amonestarlo por su propio bien.
Por eso Proverbios 27:5 dice: "Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto".

Y si esa persona genuinamente quiere agradar a Dios, aunque al principio puede enojarse, luego te lo agradecerá.
Proverbios 9:8 enseña: "Corrige al sabio y te amará".

El problema se presenta cuando la "defensa de la fe" se transforma en un vomitar sin freno de amargura, enojo, resentimiento, frustraciones personales e ira.

Que el Señor nos dé sabiduría para diferenciar entre el genuino y muy necesario "contender ardientemente por la fe" (Judas 3), la irresponsabilidad del inmaduro, la amargura encubierta, los "ministros de Satanás" encubiertos que entran para meter cizaña y destruir la Iglesia, y la crítica despiadada cuando medimos todo con una regla torcida llamada orgullo y lo único que buscamos es encontrarle errores a otros para levantarnos nosotros.


Luis Rodas


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1 comentarios:

  1. Gloria a Dios por ésto. Me fué de mucha utilidad, hermano.
    Un saludo.
    Emmanuel Machuca

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