"Y no les pegué..."



“Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz” (Juan 3:20).

No nos gusta. Seamos sinceros.
Entendemos como lógico que "aquel que hace lo malo, aborrece la luz”, y que esto significa que no vamos a ser precisamente los más amados por este mundo.
Lo que nos cuesta entender y no nos gusta, es que Dios pudiendo evitarnos todo esto nos ha dejado "como a ovejas en medio de lobos" (Mateo 10:16).
Ahhh…. ¡eso cuesta!

¿Un padre que ama dejaría a su pequeñito en medio de fieras?
En estos días tuve una pequeña enseñanza al respecto.

Cuando fui a buscar a mi hija más grande al colegio, la encontré llorando desconsoladamente. Durante mis pasos para acercarme a ella mi mente corría con pensamientos contra el colegio, sus compañeros, el gobernador de la provincia, la presidenta del país y la ONU...
Le pregunté qué había sucedido y me contó que dos niñas del colegio se habían estado burlando de ella.
Me tomé mis segundos de calma para crucificar mis primeras reacciones de lava volcánica, y de pronto pude ver la gran oportunidad que se presentaba reluciente y efectiva delante nuestro.

¡Que gran oportunidad para hablar acerca del odio del mundo, nuestra actitud como cristianos ante aquellos que nos hacen sufrir, el ejemplo que nos dejó Jesús y como la gracia de Dios nos ayuda a practicar estas cosas!

OTRA PERSPECTIVA
Mi hija pronto pasó del llanto a un cierto gozo cuando se dio cuenta que más allá del mal comportamiento de esas niñas, Dios le había dado la gracia a ella para actuar como cristiana. Ella soportó la provocación y no les contestó "mal por mal" (Romanos 12:17).
Rápidamente pudo ver que el Señor había estado con ella.

Oramos en gratitud, intercedimos por esas pobres niñas, y juntos tuvimos una nueva gran lección de como nuestro Padre nos ha dejado en esta gran escuela terrestre porque tenemos mucho…. mucho…. aún mucho por aprender...
Al llegar a casa mi hija le repetía contenta a mi esposa: "y no les pegué. Estuve tranquila"...

Luego, nos sentamos tranquilos y el apóstol Pedro terminó de aconsejarnos:
"Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente" (1 Pedro 2:21-23).


Luis Rodas


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