¡Oh…. que buena recompensa es esta!. Primeros pensamientos del día.



“Sea exaltado Jehová,

que ama la paz de su siervo” (Salmo 35:27)


La palabra aquí “paz” es “shalom” (hebreo): es un término que implica felicidad, bienestar, plenitud, bendición, reposo interno.

William Gurnall (1617-1679):

 “Hay una recompensa en los cielos luego de los dolores y sufrimientos aquí en la tierra. Pero no debes entender esto como si el cristiano no recibiera ganancia o provecho ya mismo en esta vida por su servicio a Dios.

 1 Timoteo 4:8 nos enseña: ‘La piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera’.

 Hay promesas de rica recompensa en esta vida, y aunque estas son inferiores a lo que el cristiano recibirá más allá, aún son preciosas.


PRIMERO
Tu trabajo en la obra del Señor te dará más habilidad para llevarla a cabo todavía mejor.

 Al 'ejercitarte para la piedad’ (1 Timoteo 4:7) te vuelves cada vez más apto y preparado para toda buena obra, por el diario combatir con tus corrupciones, resistir las tentaciones, aprendiendo a más hábilmente sobreponerte al enemigo.

¡Oh…. que buena recompensa es esta!.

 El salmista se deleita en esto: ‘Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardé tu ley. Estas bendiciones tuve porque guardé tus mandamientos’ (Salmo 119:55,56).

 El maduraba en la práctica de la obediencia a Dios: ‘Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos’ (Salmo 119:100).


SEGUNDO
Los cristianos que trabajan esforzadamente en la obra de Cristo están bajo la especial providencia de Dios. Esta es la porción del que camina en el ejercicio diario de la gracia.
Los perezosos y negligentes sufren muchas consecuencias y pérdidas aún aquí.
Afirma el Salmo 84:11: ‘No quitará el bien a los que andan en integridad’ (leer también Salmo 34:9,10).


TERCERO
Los cristianos fervientes en el servicio al Señor (Romanos 12:11) son recompensados aquí con paz de conciencia y serenidad de mente.
‘Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo’ (Salmo 119:165).

Sobre estos las aves del paraíso cantan sus dulces notas en los últimos momentos de sus vidas, ya que el testimonio de su conciencia, por haber dedicado su vida fielmente a la obra del Señor, les trae reflexiones consoladoras de sus días vividos.
La vida es el tiempo de siembra, y la muerte de cosecha. Como sembramos así debemos esperar cosechar (Gálatas 6:7-10).
La vida es el tiempo para trabajar, y la muerte para recibir la paga de este trabajo.
Los pecadores ven en la muerte la aproximación de su miseria, el fin de su falsa paz.
Pero el cristiano verdadero, quien ha trabajado fielmente en el Señor, él ve un bendito porvenir.

Oh… ¡que gozo es todo esto para un pobre corazón!"



(“The Christian’s Labour and Reward”).






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