Cuán grande y gloriosa es la recompensa de los santos. Primeros pensamientos del día.


“Mi porción es Dios para siempre” (Salmo 73:26)

William Gurnall (1617-1679):
 “El cielo es llamado la esperanza del cristiano. Allí tiene su porción. Todo lo que él tiene aquí en la tierra es un reflejo lejano de lo que le fue prometido..
El cristiano, quien aún está en la tierra, cree y espera promesas que se concretarán en el cielo.
El espera una ‘mejor y perdurable herencia en los cielos’ (Hebreos 10:34).

El cielo es un lugar que nos excede por completo, no se lo puede describir con una hipérbole, ya que es más allá de lo que podemos decir o imaginar.
De la misma manera que es imposible para una persona absorber todo el aire que hay en el mundo al respirar, así es imposible expresar o concebir cuán grande y gloriosa es la recompensa de los santos.

1 Juan 3:2 nos dice: ‘Ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser’.
Por esto el apóstol Pablo, en 1 Corintios 13:11, compara nuestras apreciaciones del cielo, a las más pobres y diminutas apreciaciones que puede tener un pequeño niño sobre los asuntos de la vida, y agrega que 'ahora vemos por espejo, oscuramente’ (1 Corintios 13:12).
Cristiano, camina con la mirada puesta en tu recompensa, apunta a aquello de excelencia indecible que te espera.
Que el fin de tu fe, la salvación, sea hecho el fin de todas tus actividades, y tengan una influencia sobre todo lo que haces.
Esto te ayudará a tomar decisiones y priorizar lo más importante, será motivo para esforzarte, y te llevará a minimizar cualquier aflicción.
Como el pájaro es guiado por sus alas, y el barco por su timón, así el cristiano debería serlo por ese fin eterno.

Que sea abundante tu esfuerzo en la obra del Señor.

Piensa en esto:
Ahora ves que tu piedad es suficiente. Tus devocionales que haces de vez en cuando, el ir a la Iglesia una vez a la semana, tu inconstante tiempo con tus hijos en la Palabra, tu esfuerzo, tu dedicación. Ahora te dices a ti mismo que todo eso es lo que puedes hacer.

Pero cuando dejes este cuerpo, y te presentes delante de Aquel que te confió todo lo que tienes y eres para luego recibir fruto de aquello (Mateo 25:14-30), ¿cómo verás la vida que viviste?"

(“The Christian’s Labour and Reward”).






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