La tibieza y el fervor



"Ojalá fueses frío o caliente" (Apocalipsis 3:15).

Para entender bien lo que es ser “tibio”, nos puede ayudar comprender la palabra “caliente”: proviene de la palabra griega “zéo”, lo mismo que “celo”, y se puede traducir como “ferviente, fervoroso, tener calor de sentimiento por o en contra de” (Strong - 2204).

Esta palabra describe una pasión por. Pueden ser envidias, contiendas, algún interés, fama. La persona es movida apasionadamente por algo.
Esta es la raíz del movimiento zelote. Movimiento violento que buscaba liberar al pueblo de Israel de la opresión romana. Su nombre era debido al celo que decían tener por Dios y su pueblo. Este celo los llevaba a entregar sus vidas.

Efesios 4:18 nos habla de personas "ajenas a la vida de Dios" que se entregan fervorosamente al pecado.
De la misma manera en la cercanía de "la vida de Dios" en nosotros, somos fervorosos para EL.
Romanos 12:11: “sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu” (NVI).

John MacArthur: “La idea aquí no es la de enfervorizarse al punto de hervir fuera de control y rebosar, sino más bien algo similar a un motor de vapor que genera el calor suficiente para producir la energía necesaria para realizar el trabajo” (“Comentario de Romanos”. Pag. 205).

Es un ardor que lleva a la persona a entregar su vida.
Este era el celo que movió a Henry Martyn, misionero en la India a principios del siglo 19. Un día arrodillado en una playa de la India derramaba su alma ante el Señor: “Amado Señor, yo también andaba en el país lejano; mi vida ardía en el pecado... Heme aquí entre las tinieblas más densas, salvajes y opresivas del paganismo. Ahora Señor, quiero arder hasta consumirme enteramente por ti”.

Sirvió al Señor allí por 6 años y medio hasta que murió de tuberculosis.


Luis Rodas


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