¿Lo necesitaremos nosotros? PRIMEROS PENSAMIENTOS DEL DÍA



“Todos te buscan” (Marcos 1:37).

Haciendo una armonía de los 3 evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), encontramos dos días casi completos en los pasajes que estuvimos viendo últimamente.
Vemos que Jesús comienza ese sábado a la mañana yendo con sus discípulos a la sinagoga de Capernaúm (Lucas 4:31-33).

Allí enseña, echa fuera un “espíritu de demonio inmundo” (Lucas 4:33).
Luego visita la "casa de Simón y Andrés” (Marcos 1:29) y sana a la suegra de Pedro de una “gran fiebre” (Lucas 4:38) que la tenía “postrada en cama” (Mateo 8:14).
Comen (Lucas 4:39) la acostumbrada "comida del sábado, servida justo después del servicio de la sinagoga” (Howard I. Marshall - “The Gospel of Luke”).
A las 6 de la tarde, en el horario judío, comenzaba el nuevo día. Por lo que siendo los primeros minutos del día domingo (habían estado esperando el fin del día de reposo), lo visita la gente trayendo “enfermos de diversas enfermedades” (Lucas 4:40) “y los endemoniados” (Marcos 1:32). “Toda la ciudad se agolpó a la puerta” (Marcos 1:33).
Y “echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos” (Mateo 8:16).
Sin duda fue una noche agotadora donde la posibilidad de dormir llegó muy tarde. Pero el Señor “levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).

¡Vaya día agotador! Casi no durmió. Pero a pesar de eso, antes de que amanezca, se va a un lugar solitario a orar.
Apenas puede tener un momento de oración porque rápidamente lo buscan los discípulos (Marcos 1:36) para comunicarle: “todos te buscan" (Marcos 1:37).
El Señor vuelve y “se ve rodeado de mucha gente” (Mateo 8:18). Allí hace que un escriba calcule el costo (Mateo 8:19,20) y confronta a dos personas lentas para responder al llamado (Mateo 8:21,22; Lucas 9:61,62). Y luego les dice a sus discípulos que debían dejar por el momento Capernaúm y continuar en “otras ciudades” (Lucas 4:43). Por lo que entran en la barca y se van.

¿Te imaginas el cansancio del Señor?
Tal vez piensas que Jesús no se agotaba.
Pues la prueba de que sí la encontramos en aquel viaje de domingo en barca a “los lugares vecinos” (Marcos 1:38). El Señor estaba tan físicamente agotado que se queda de tal manera dormido en la barca que no oye que están en medio de “una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca” (Mateo 8:24). Si no lo despiertan no se da ni cuenta (Lucas 8:24).

¿Sabría Jesús que ese domingo el cansancio sería mucho?
Claro que sí.
Así y todo, igual, madrugó para orar.
Si el Señor necesitaba orar aún en medio de días de tanta actividad y cansancio, ¿lo necesitaremos nosotros?


Luis Rodas


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