LOS PRIMEROS AÑOS DE LA IGLESIA El primer mártir



Los primeros 6 ó 7 años
Se calcula que el primer mártir fue alrededor de 6 ó 7 años (y algunos dicen hasta 8) después de la muerte y resurrección de Jesús.
Por lo que podemos decir que por unos 7 años, solo los apóstoles fueron encarcelados, amenazados (Hch. 4:1:21) y hasta azotados (Hch. 5:40) en dos oportunidades por las autoridades del templo, pero ninguno de ellos llegó a ser mártir por el evangelio. La persecución era más leve comparada a lo que sucedería a partir del año 36 o 37, y aún peor luego del 64.
Pero aunque Hechos 6:7 nos cuenta que “muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”, también podemos imaginar lo que sería para los primeros cristianos compartir cada día el tiempo de oración en el templo entre judíos que o bien los veían como blasfemos y personas indeseables o directamente los odiaban como era el caso de los líderes del templo y estaban esperando el menor error o descuido para asesinarlos (Hch 5:17,18, 26,33.

El primer mártir
Luego de estos primeros años, los capítulos 6 y 7 nos cuentan que, en el año 36 o 37 dc, Esteban (uno de los 7 ayudantes elegidos en el principio del capítulo 6) hacía “grandes prodigios y señales entre el pueblo” (Hch. 6:8), por lo que “se levantaron unos de la sinagoga” y comenzaron a disputar con él. Finalmente terminan enfureciéndose y crujiendo los dientes contra él y apedreándolo (Hch. 7:54-60).

Según los comentarios del libro de Hechos escrito por William Barclay “Para apedrear a un criminal, se le llevaba a un promontorio, desde el que se le despeñaba. Esto era algo que tenían que hacer los testigos. Si moría como resultado de la caída, con eso bastaba; si no, le arrojaban grandes pedruscos hasta que moría”.

Así se convertía Esteban en el primer mártir y desataba la primera persecución atroz sobre la Iglesia (Hch. 8:1).
Se calcula que en la persecución de aquellos días murieron unos 2000 cristianos, incluido Nicanor, otro de los 7 ayudantes elegidos al principio de Hechos 6, según “El libro de los mártires” de John Fox.
Es en este momento donde se comienza a cumplir el mandato misionero de Jesús dado en Hechos 1:8 de ser “testigos en Jerusalén (ya lo estaban cumpliendo), Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra”. En Hechos 8:1 dice que estando en Jerusalén “fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria” y luego hasta el día de hoy “hasta lo último de la tierra”.
De alguna manera esta primera gran persecución fue lo que impulsó la evangelización por todo el mundo conocido de esa época. Como dijo el teólogo africano del siglo II Tertuliano, “la sangre de los cristianos es la semilla” en el crecimiento de la Iglesia.
Los únicos que se quedaron en Jerusalén fueron los apóstoles según Hechos 8:1.


Luis Rodas


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