El amor guía a otros a la verdad CULTIVANDO UN CARÁCTER PIADOSO



“El amor se goza de la verdad” (1 Corintios 13:6)

Hace muchos años conocí el caso de una mujer casada que abandonó a su esposo para irse a vivir con otro hombre (el cual también estaba casado).
Los dos eran miembros de una congregación.
Un día alguien confrontó a esta mujer sobre su pecado. A lo cual ella respondió: “Esto no puede ser pecado: nos amamos. Y Dios es amor”.

Es una verdad irrefutablemente bíblica que "Dios es amor” (1 Juan 4:8), y también el hecho de que “el amor es de Dios” (1 Juan 4:7).

¿Y donde está el error, entonces?
En minimizar como Dios aborrece el pecado y las consecuencias terribles que trae aparejado éste.
Y en entender mal el concepto de “amor”. En llamarle “amor” a algo que NO es amor.

En este sentido, quizás la peor mala comprensión al respecto es presentar una pelea donde no la hay: el amor versus la verdad.
Como si estas fueran dos formas religiosas opuestas, y debemos elegir o una o la otra.
Uno dice: “las Escrituras prohiben eso”. Y el otro contesta: “Basta de legalismo. Te veo falto de amor”.
Así es como cualquier exhortación a la santidad se la considera fariseísmo y la advertencia ante una doctrina errada como falta de misericordia.

Pero aquí encontramos que en el centro de lo que algunos llaman el “himno del amor”, 1 Corintios 13, presenta a estos supuestos enemigos, trabajando inseparable y coordinadamente juntos:
“el amor se goza de la verdad"
Si el amor procura el bien del otro, ¿qué mayor amor podemos tener con otra persona que guiarla hacia la verdad?
¿Dejaremos a alguien que destruya su vida en el error y a esto lo llamaremos “amor”?.

Como muy bien escribió William Wilberforce (1759-1833):
"Creo suficiente señalar que todos tenemos la obligación de hacer cuanto esté a nuestro alcance para promover el bienestar de nuestro prójimo.
Si usted ama a alguien que está arruinando su vida por creencias equivocadas y no hace nada porque teme lo que otros puedan pensar, podría parecer que en lugar de ser amoroso, usted está en realidad siendo cruel".

Esto mismo motivaba a Santiago a escribir: “Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma” (Santiago 5:20).
No se trata sólo de alentar a esa persona, sino mas bien, primero, exhortarlo al arrepentimiento.
Debido a esto el apóstol Juan escribió: "No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad" (3 Juan 4).

De esta manera, procurando su bien, el amor guía a otros hacia la verdad.
¿A qué verdad? ¿A la tuya? ¿A la mía?
¡NO! A aquella verdad a la que se refería Jesús cuando hablaba con Su Padre: "Tu Palabra es verdad" (Juan 17:17).


Luis Rodas


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