El gozo que huye CULTIVANDO UN CARÁCTER PIADOSO



“Hermanos, tened gozo” (2 Corintios 13:11)

¿Qué es este “gozo” que Dios nos manda tener?
El simple hecho de tener gozo, lo explica muy claramente George Bethune (1805-1862):
“El gozo es ese placer experimentado por el alma en la posesión de un bien presente, o la certera espera de un bien a futuro.
Cuando alguien obtiene lo que desea o se entera de que lo va a recibir, encontrando allí deleite, podemos hablar de gozo”
(“The Fruit of the Spirit”).

El ser humano, en su naturaleza caída, busca gozo en bienes falsos, engañosos. Bienes que prometen mucho pero cumplen poco o nada.
A esto la Biblia lo llama “vanidad”.
Salomón probó encontrar gozo en estos bienes falsos:
“Dije en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes” (Eclesiastés 2:1).
Y la conclusión a la que arribó fue dramática:
“Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2). “Aborrecí, por tanto, la vida” (Eclesiastés 2:17).

Bajo este error el hombre termina hastiado de sí mismo:
“De sus caminos será hastiado el necio de corazón” (Proverbios 14:14; Proverbios 1:31).
Viviendo algo irreal, persiguiendo espejismos, “los pensamientos del hombre son vanidad” (Salmo 94:11).
Por esto el Salmo 39:6 afirma: “ciertamente como una sombra es el hombre”. Y se refiere a algo que puede parecer real pero no lo es.
Así el hombre vive para nada y muere para nada. Es “humo” dice el Salmo 102:3.

Da su vida por conseguir dinero, pero en el caso de esos pocos que lo obtienen en abundancia, el gozo verdadero sigue huyéndoles:
“El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad” (Eclesiastés 5:10).

Entrega su vida a viajar y experimentar cosas nuevas, pero “todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír” (Eclesiastés 1:8).

Se entrega a la inmoralidad sexual como si fuera la gran e infalible fuente de gozo permanente. Y claro, “el pan comido en oculto es sabroso” (Proverbios 9:17), pero rápidamente descubre que “su boca se llena de cascajo” (Proverbios 20:17).
Con “cascajo”, según el Diccionario de la Real Academia Española, se refiere a “fragmentos de piedra y de otras cosas que se quiebran”.
La palabra en hebreo es “kjatsáts”, la cual el Diccionario Strong traduce como “propiamente algo cortante”.
La inmoralidad sexual es como un pan que al comerlo sabe sabroso pero luego deja piedras que destrozan la boca.

Busca desesperadamente fama y gloria por esta “feria de las vanidades” (como describió a este mundo John Bunyan), pero “cuando muera no llevará nada” (Salmo 50:17).
Job 15:31 advierte: “no confíe el iluso en la vanidad”. Y en la Nueva Traducción Viviente explica bien el porqué: “porque su única recompensa será el vacío”.

Y para colmo de males, el hombre se rodea de medios de comunicación que propagan el sin sentido. Como aquellos de Isaías 59:4: “confían en vanidades, y hablan vanidades”.

El piadoso recibió ojos para ver que todo esto se trata de “vanidades ilusorias” (Salmo 31:6), “deseos engañosos” (Efesios 4:22). El levanta su mirada a los cielos y ora: “aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino” (Salmo 119:37).


Luis Rodas


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