El gozo y el ministerio CULTIVANDO UN CARÁCTER PIADOSO



“De ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo” (Hechos 20:24)

Hace poco leí en las noticias un reportaje a un preparador físico donde explicaba que el deportista de alto rendimiento, siempre, como mínimo, tiene algún pequeño dolor o lesión.
Lo que sucede es que cuando los resultados acompañan, el deportista no les presta atención, pero cuando las cosas salen mal, todo se siente mucho más.

Esto parece tener mucha relación con las palabras del apóstol Pablo.
El habla de una carrera de la que está determinado a acabar con gozo: “con tal que acabe mi carrera con gozo”.
Y ante este propósito decide menospreciar todo lo que le sucede y aún su vida misma: “de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo”.

Es como si dijera: “no le presto atención a nada más, ni dolores ni obstáculos, sólo me concentro en terminar mi carrera. Y para esto necesito guardar una parte esencial en mi vida: el gozo”.
El deportista ante el gozo del “éxito” menosprecia sus dolores, y lucha por seguir adelante; Pablo, más allá de lo que ve con sus ojos, sabe que su mente tiene que estar fija en esto: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14).
Y él entiende que esta perspectiva de su vida, es una parte esencial para llegar a la meta. “El gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10).

Todos hemos pasado por dificultades en nuestros ministerios. Unos más, otros menos. Y si aún no conoces esto, o recién empiezas o debes preocuparte (Lucas 6:26).
En los innumerables momentos de aflicción en el ministerio, cuando bajas tu mirada, todo pesa más, estás mucho más consciente de cada dolor, y sin darte cuenta, ya los pasos son más lentos y débiles.

Por esto Hebreos 13:17 no sólo presenta el obedecer a los pastores como un mandato, sino que explica que el tener una buena actitud ante ellos es provechoso aún para la congregación misma: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; PARA QUE LO HAGAN CON ALEGRÍA, Y NO QUEJÁNDOSE, PORQUE ESTO NO OS ES PROVECHOSO”.
¿Lo ves?
En las dificultades del ministerio podemos perder el gozo y caer en la queja sobre los hermanos, y esto NO le es “provechoso” a la congregación.
Un ministro que perdió el gozo de Dios en lo que hace, aunque siga adelante, deja de ser todo lo provechoso que podría ser.
Aunque él no se detenga, aunque él luche, aunque quiera seguir edificando a otros, al perder este elemento tan fundamental, su ministerio se verá afectado, manchado, arruinado en mayor o menor medida.

Cuan útiles son aquellas palabras anónimas sobre el ministerio, que leí en un libro de John MacArthur hace algunos años, y que desde ese momento, leo vez tras vez tras vez tras vez:
“Deja que los engañadores mientan, deja que los sectarios riñan, deja que los críticos maldigan, deja que los enemigos acusen, deja que el diablo haga lo peor; pero cuida que nada te evite CUMPLIR CON GOZO la obra que Dios te ha dado”.


Luis Rodas


.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Instagram

Haz click AQUÍ

Twitter Updates

Sobre mí