Cultiva la humildad, rinde cuentas CULTIVANDO UN CARÁCTER PIADOSO



“La forma de ser del insensato es buena en su propia opinión, pero el que presta atención al consejo
es sabio” (Proverbios 12:15 - Versión Peshitta)

La práctica de rendir cuentas a otros hermanos y recibir consejo, ataca de forma directa y violenta a nuestro orgullo.
1- Al hacerlo reconocemos que necesitamos ayuda
2- Al mostrar a otros nuestros errores y pedir consejo nos sentimos vulnerables, dignos de menosprecio, y vemos más claramente el nivel de paciencia, misericordia y fe que requieren otros para seguir considerándonos; mientras queda patente cuanto dependemos de la gracia de Dios.
3- Cuando otros no sólo escuchan, sino que buscan ayudarnos, si algo quería ocultarse, y el orgullo buscaba escapar, casi se terminan todas las posibilidades.
Es imposible ser dócil en una útil rendición de cuentas ante hermanos si no nos humillamos (Proverbios 29:1).
Claro... podemos engañarnos y engañar a otros, pero presta atención a que intenté ser muy cuidadoso con las palabras: "una ÚTIL rendición de cuentas ante hermanos”.
Si no hay humillación no servirá DE NADA bueno.

Y no sólo al hacer esto estaremos cultivando la humildad en nuestra vida, sino que pronto nos daremos cuenta que así vemos más claramente para tomar buenas decisiones.
“Ay del solo” nos dice Eclesiastés 4:10, ya que mientras “donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo”, pero "en la multitud de consejeros hay seguridad” (Proverbios 11:14) y “victoria” (Proverbios 24:6).
Es en la “multitud de consejeros” donde “los pensamientos se afirman” (Proverbios 15:22) y “se ordenan” (Proverbios 20:18).
¡Cuan grande bendición de Dios es contar con hermanos maduros a los que podamos acudir!
Esto es tan aplicable para:
- el miembro de una congregación que rinde cuentas al liderazgo donde Dios lo puso:
“Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos” (Hebreos 13:17)
- como para los pastores que, o bien conforman humildemente un grupo de consejo en la Iglesia, o buscan ayuda de otros pastores que tengan la valentía (Proverbios 27:5,6), carácter (1 Timoteo 3:1-12) y sabiduría (Proverbios 10:11; 12:18) suficiente para ser útiles, piadosos y directos (Gálatas 2:11-14, Hechos 11:1-18; Hechos 15; 1 Timoteo 5:19-21).

NECESARIO
Sin esta rendición de cuentas mutua somos especialistas en tenernos la más alta misericordia, aplaudir nuestras consolaciones engañosas y tomar decisiones como si supiéramos siempre qué hacer y nunca hubiéramos cargado con infinitas consecuencias por imprudencias.

Para esto no busques consejeros que te digan lo que quieres oír, ni cabes tu propia tumba rodeándote en el ministerio con personas que justifiquen tus errores.
Clama a Dios por hermanos que a veces puedan ver lo que tú no ves (Job 34:31,32).
Reúnete cada tanto con ellos y deja que tu vida sea expuesta.
Quizás ya te reúnes con hermanos en grupos pequeños. Propónles tener reuniones de rendición de cuentas, donde abran sus corazones, expongan sus vidas, se humillen, se aconsejen, estudien la Palabra al respecto y oren unos por otros.

Para profundizar un poco más en este tema, lee estos pasajes: Gálatas 6:1,2; 1 Tesalonicenses 5:11,14; Romanos 15:14; Colosenses 3:16; Tito 2:3,4; Hebreos 10:24,25


Luis Rodas


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