El gozo de congregarse - error 1 CULTIVANDO UN CARÁCTER PIADOSO



“Me gozo y recocijo con todos vosotros” (Filipenses 2:17)

El apóstol Pablo encontraba algunas buenas razones para regocijarse junto con sus hermanos en Filipos.
La carta a los filipenses no sólo es, como esribió William MacDonald, “la epístola del gozo” (“Comentario Bíblico”), sino que también refleja extensamente el gozo específico en la "comunión” entre hermanos (1:5).
En este versículo específicamente encontramos algo esencial en la vida de Iglesia: el gozo compartido con aquellos que son “participantes (con nosotros) de la gracia” (1:7).

Es una verdad muy concreta que si malentendemos lo que significa congregarnos, no sólo no vamos a encontrar “gozo” en la “comunión” con otros, sino que lo más probable es que salgamos heridos.

EL PRIMER ERROR del que podemos aprender, es pensar que el congregarnos se trata del simple hecho de asistir a un evento en un lugar.
Al errar en este punto tan importante, el congregarse pierde casi por completo su valor. Si “congregarse” significa ir a un lugar específico y cantar algunas canciones, mientras en el mejor de los casos hago mi devocional privado a la par que otros hacen su propio devocional privado al lado mío, y luego escuchar una predicación; la conclusión es muy sencilla: todo esto lo podría haber hecho en mi casa.
¿Qué “gozo” voy a encontrar así en el congregarme?
El devocional lo podría haber hecho en mi casa sin preocuparme si el grupo de alabanza elige las canciones que a mí me parecen adecuadas o no. Y la predicación la podría haber escuchado por internet sin necesidad de tener que viajar hasta cierto lugar.

Cuanto necesitamos entender esta explicación de Donald Carson:
“En el uso común, el término ‘comunión’ ha perdido buena parte de su valor. Si invitamos a un no creyente a casa para tomar un café, se habla de amistad; si invitamos a un creyente, se trata de comunión. Si uno asiste a la reunión de la Iglesia, y se marcha tan pronto termina, ha participado en un servicio; si se queda para tomar algo después, habrá disfrutado de cierta comunión.
Por tanto, en el uso actual, la comunión ha llegado a significar algo así como una cálida amistad entre creyentes.
Sin embargo, en el siglo I esta palabra solía tener connotaciones comerciales. Si Juan y Pedro compraban un barco y ponían en marcha una actividad pesquera, habían entrado en comunión, en una relación de compañerismo. Resulta intrigante que incluso en el Nuevo Testamento esta palabra se relacione a menudo con temas fiscales. Así, cuando los cristianos macedonios envían dinero para ayudar a los pobres de Jerusalén, están entrando en comunión con ellos.
El meollo de la verdadera comunión es la sacrificada conformidad a una visión común...

Así que cuando Pablo da gracias con gozo por el ‘compañerismo en el evangelio’ de los filipenses... le está dando gracias a Dios por el hecho de que estos hermanos y hermanas en Cristo, desde el día de su conversión... se arremangaron e involucraron en la expansión del evangelio.
Continuaron con su ministerio en Filipos, perseveraron en las oraciones por Pablo, enviaron dinero para respaldar su ministerio; todo esto testifica de su visión compartida” (“Cuestiones básicas”. Pag. 11,12).

Conforme a esto podemos decir que una persona NO se congrega hasta que experimenta una "sacrificada conformidad a una visión común”.
Al vivir esto nos acercamos a este “gozo y regocijo” del que habla el apóstol Pablo aquí.


Luis Rodas


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