9 JESÚS: MISERICORDIA PARA ESTOS LEPROSOS SUCIOS - Deleitándonos en Jesús



"Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos" Mateo 8:1-4.

8:1,2: “un leproso”: El leproso era un “inmundo” (Levítico 13:45,46).
“inmundo”: “impuro en un sentido religioso, suciedad” (Strong - 2931).

Y este, según Lucas 5:12, era “un hombre lleno de lepra”:
"Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme".

El leproso “se postró ante él”
La palabra aquí es “proskunéo”. Es una palabra que normalmente se usa para “adoración”. Por ejemplo cuando Apocalipsis 5:4 dice que los 24 ancianos “se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos”.
Este hombre adopta una posición de reverencia y adoración ante Jesús.
Y así, postrado en reverencia le dice: "Señor".
“Señor”: “kúrios” en griego. Este hombre reconoce que se trata de mucho más que un simple “maestro”.
Le dice: “Señor, si quieres puedes limpiarme”. Esto quiere decir: “Sé que puedes, ¿quieres? Tú si quieres puedes limpiarme. Creo que tu poder es ilimitado pero no sé si quieres”.
Lo acababa de llamar “Señor, Amo” no podía pensar que él tenía algún derecho delante de este “Señor”. Dependía de su misericordia.
Era más un: “Sé que puedes sanarme, ¿querrás tener misericordia de este leproso?”
Este hombre lo más probable es que muriera solo, apartado de Dios y de su familia, comido por su lepra, tirado por ahí.

Mateo 8:3 "Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció".
Marcos 1:41 dice “Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano y le tocó” 
Era ya raro que el leproso se acercará a Jesús.
Los leprosos, si se atrevían, se paraban lejos y gritaban pidiendo ayuda. Esto hubiera sido más normal, como vemos en Lucas 17:12,13 "Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!"

Pero más raro es que Jesús lo toque. No necesitaba hacerlo. El sanó a esos 10 leprosos de Lucas 17:12,13 sin necesidad de tocarlos. Simplemente les dijo: “Id, mostraos a los sacerdotes” y “mientras iban, fueron limpiados”.
Pero, en este caso, “Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano y le tocó”.

Ya vimos que Dios había ordenado que el leproso fuera considerado “inmundo” (Levítico 13:45,46).
Y vemos en (Levítico 5:2) que Dios dice que cualquiera que toque algo “inmundo” se convierte en “inmundo” también.
Pero Jesús le dijo: “Quiero; sé limpio”
8:4: “Y al instante su lepra desapareció”.
Jesús luego de sanarlo le dice que presente la ofrenda que ordenó Moisés. Esto lo encontramos en Levítico 14:1-7.

Ahora, ¿por qué el AT considera inmundo al leproso, lo rechaza y el sacerdote tenía que seguir todo un proceso para que pueda volver a vivir con su pueblo?
Dios estaba usando un símbolo, un ejemplo visible, para mostrar su aborrecimiento, su asco frente al leproso espiritual: el pecador: "Los insensatos no estarán delante de tus ojos;
Aborreces a todos los que hacen iniquidad" Salmo 5:5.
Por esto como ya vimos, dice Levítico que el leproso “habitará solo, fuera del campamento”. El campamento era donde habitaba el pueblo de Israel y todo lo inmundo, lo maldito, los rechazados, despreciados, eran sacados fuera del campamento.
Por esto que el leproso habitara solo y fuera del campamento viene a simbolizar lo mismo: el aislamiento del pecador, separado de Dios y del pueblo de Dios. El pecador es parte de lo inmundo, lo rechazado.
El leproso era una especie de maldito viviendo en el lugar de los despreciados. Ningún rabí respetado iría con un leproso inmundo (Números 5:1-4).

Pero Jesús salió “fuera del campamento”
"Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento.
Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta" Hebreos 13:11,12.
Jesús salió “fuera del campamento” cuando “se despojó a sí mismo” (Filipenses 2:7) de su gloria celestial.
El “campamento” en ese pasaje de Hebreos 13:11,12 también representa el lugar de comodidad, prestigio, reputación entre los hombres.
Jesús podría haber estado rodeado en todo momento entre los “grandes” de este mundo, los doctores de la ley, el gran círculo de los respetados e ilustres, y aun enseñar al sumo sacerdote de Israel.
Podría haberse vestido con ropas elegantes, vivir en el lujo y que la alta sociedad lo viera como la persona con la que todos se quieren sacar la foto.
El pastor con la Iglesia que da prestigio asistir: “Ahhh... yo me congrego en la Iglesia del pastor fulano”.
“Uhhhh.... ¿de verdad?”
“Sí, es un gran hombre de Dios. Una vez me invitó a su casa. Aleluya”.
“Ohhhhhh......”.

Jesús salió fuera de ese campamento también.
El salió en busca de nosotros: los leprosos, los enfermos, lo inmundo:
"Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.
Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Porqué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?
Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento" Mateo 9:9-13.

9:10: “pecadores”: ¿cómo sabían los fariseos que estas personas eran “pecadores”? Eran personas de mala fama.
Pero obviamente no solo simboliza eso cuando dice la Biblia que Jesús salió “fuera del campamento”.
Jesús llegó a tal punto en su salir “fuera del campamento” que se acercó y amó lo que era digno de su aborrecimiento.
El AT había sido inspirado por el mismo Dios. No lo había inventado ni Moisés ni ningún hombre. Dios había estipulado que el leproso era un ser “inmundo” que debía vivir fuera del campamento. Sin la posibilidad de acercarse al Tabernáculo o al Templo. Sin la posibilidad de ofrecer sacrificios u ofrendas ni de escuchar la ley de Dios. Quedaba fuera de la relación con Dios.
Nadie lo debía tocar.
Pero ahora llega Jesús y hace algo absolutamente sorprendente. El mismo Dios que había aborrecido al leproso, se hace hombre, se acerca a él, lo toca y lo limpia.
Jesús hizo algo más allá de nuestra comprensión. Jesús no solo salió “fuera del campamento” haciéndose uno de nosotros, un hombre.
Jesús tomó el lugar de ese leproso inmundo. Ya dijimos que lo inmundo, lo aborrecido, era echado “fuera del campamento”.
Como era el caso de los leprosos. Por esto Jesús fue crucificado fuera de la ciudad de Jerusalén.
El fue llevado fuera como un maldito, un aborrecido por Dios, algo inmundo.
El, el Hijo de Dios, sin pecado, se hizo maldición por nosotros (Gálatas 3:13) “hecho por nosotros maldición”.
En la cruz se convirtió en una mezcla de toda la inmundicia del mundo, todo el pecado del mundo, toda la maldad, toda la obscenidad, toda la lepra junta. Y la maldición de Dios contra el pecado cae sobre él.
Por eso Jesús llega a clamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Mateo 27:46.
El padre lo abandonó por completo. Fue el desechado por Dios. El leproso que es echado “fuera del campamento” como inmundo.
No porque haya cometido pecado, sino tomó nuestro lugar y cargó nuestro pecado, nuestra lepra.
Y fue el maldito de Dios. Fue “hecho por nosotros maldición”.
Y ahora, como dice R.C. Sproul: “O llevamos la maldición de Dios por nosotros mismos, o huimos hacia aquel que la llevó por nosotros”.

¿Podemos entenderlo? ¿Lo creemos? ¿Lo experimentamos?
Dios tuvo misericordia de nosotros.
Samuel Pérez Millos explica “misericordia”: “Es la solidaridad que parte del amor y de la gracia hacia quien no tiene ningún derecho para ser compadecido” (“Comentario de Mateo”. Pag. 283).

Eramos “inmundos”, pero el Señor salió “fuera del campamento” a buscarnos y tocó nuestra lepra. El amó a estos leprosos.
No teníamos ningún derecho de ser compadecidos por Dios, pero tuvo misericordia de nosotros.
“amor y gracia hacia quien no tiene ningún derecho para ser compadecido”.

Misericordia para estos leprosos sucios.


Luis Rodas


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